Controla el ajuste de blancos y juega con el color en tus fotos
¿Has tomado una foto y cuando la ves está muy anaranjada o muy azul? Lo que ocurre es que la cámara no compensa automáticamente las diferentes temperaturas del color como lo hace nuestro cerebro. Para lograr que los colores de nuestra foto se acerquen más a lo que nuestros ojos perciben manejamos el ajuste de blancos.
Partamos por el principio: la temperatura del color es una propiedad física de la luz. La de la luz del sol al mediodía es diferente a la de las cinco de la tarde o a la de una bombilla incandescente. Esta temperatura no se refiere a calor, sino a la calidez del color como resultado de esa luz. Mientras más cálida los colores tenderán al naranja, y mientras más fría, al azul.
Para que el color en nuestras fotos quede lo más equilibrado posible usamos el ajuste de blancos para balancear la temperatura del color. Este se puede cambiar fácilmente en la mayoría de las cámaras, en las que encontramos ajustes preestablecidos para luz incandescente, fluorescente, luz de día, flash, nublado y sombreado, que son los más comunes. También está la opción de personalizar estos ajustes manualmente.
¿Por qué usar el ajuste de blancos?
Las diferentes temperaturas que tiene el color de acuerdo a la fuente de luz puede cambiar totalmente el resultado de nuestras fotos. De la hora del día, intensidad de la luz solar, tipo de bombilla, lo nublado del ambiente, las sombras que produzcan los edificios… dependerán los colores de nuestras fotografías. Con el adecuado ajuste de blancos alcanzaremos el equilibrio que acerque la imagen al resultado que esperábamos. Aunque el ajuste de blancos se utiliza para llegar al balance más natural del color, también puede utilizarse para obtener efectos creativos, manipulando los valores de acuerdo a lo que queremos obtener.
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